"La conciencia, esa gran desconocida y, paradójicamente, tan presente en nosotros como ausente en el mundo"
(Amador Martos)
El virus de la desinformación

Este artículo es una reproducción de las notas 57 y 58 de la obra LA EDUCACIÓN CUÁNTICA (4ª ed.).


Extracto de la página 90:

Y una verdad indiscutible, al menos para mí, es que la libertad y el saber son dos caras de la misma moneda. Sin embargo, el conocimiento es objeto de control por el “gran hermano”, es decir, manipulado por los poderes fácticos mediante la inoculación del virus de la desinformación (1) (Otte, 2010) a los incautos ciudadanos. El aforismo aristotélico “El saber es poder”, nunca como ahora está siendo más evidente en la oligarquía burguesa y financiera que ha dominado el pensamiento occidental y, convirtiéndose así, en Los amos del mundo (Navarro, 2012). Cada vez son más las personas que tienen consciencia de que el conocimiento es la piedra angular para dejar de ser esclavo de un perverso sistema explotador del ser humano, incluso, surgen denuncias en forma de arrepentimiento, como la de John Perkins (2009) quien acredita haber sido un gánster económico al servicio del imperialismo estadounidense (2) . Asimismo, la libertad es un derecho de todo hombre, quien debe estar presto a defenderse a sí mismo y preservar a los suyos contra el empuje cada vez más poderoso de los movimientos sociales exterminadores de la libertad (Alonso-Fernández, 2006).


NOTAS:

(1) El concepto “virus de la desinformación” que en repetidas ocasiones es aludido en este ensayo, ha sido extraído de la obra de Max Otte titulada El crash de la información. Los mecanismos de la desinformación cotidiana.

En el prólogo de dicha obra, este autor nos explica que la crisis financiera mundial es un síntoma de una locura aún mayor que domina nuestra economía y nuestra sociedad: el virus de la desinformación. No solo las empresas, asociaciones y políticos, sino también los llamados “expertos”, lanzan al mundo gran cantidad de “verdades” tras las que se suelen ocultar grandes intereses. Así, ciudadanos y ciudadanas ya no saben a quién creer, qué deben o pueden creer, y si en realidad tiene algún sentido preocuparse por obtener un conocimiento más amplio y profundo, o si más vale desistir del intento y darlo por imposible.

Dice Otte que la desinformación destruye nuestra sociedad; solo beneficia a los mandamases de las grandes empresas, bancos, partidos y grupos de interés. Por tanto, ciudadanos y ciudadanas nos vemos arrojados a una nueva lucha por la existencia, en la que se nos arrebata el sustento de la información para controlarnos más fácilmente.

En la citada obra, Otte explica que las principales fuerzas políticas, económicas y sociales tienen un gran interés en la desinformación, y pretende mostrar cómo funciona esa “economía de la desinformación” ofreciendo algunas indicaciones sobre cómo nos podemos proteger frente a ella. Al contrario del que escribe esto, Max Otte no cree que se trate de una “conspiración”, sino más bien de que nuestro sistema ha perdido la fuerza para establecer normas válidas para la enseñanza, la sanidad, las finanzas, e incluso la ley y el derecho. En cualquier caso, Otte nos explica en su obra por qué después de la peor crisis financiera desde 1929, las cosas siguen igual, y que solo si conseguimos entender los mecanismos de la desinformación, podremos protegernos frente a ella.

(2) Confesiones de un gángster económico (Perkins, 2009), el libro que muchos han tratado de impedir, expone los aspectos menos conocidos del sistema que promueve la globalización y conduce a la pauperización de millones de seres humanos.

En este fascinante testimonio, John Perkins relata su particular trayectoria personal, de servidor obediente del Imperio a defensor apasionado de los derechos de los oprimidos. Discretamente seleccionado por la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense y puesto en la nómina de una firma internacional de consultoría, estuvo en Indonesia, Panamá, Ecuador, Colombia, Arabia Saudí, Irán y otros países estratégicamente importantes del planeta. Su misión consistió en fomentar medidas políticas favorables a los intereses de lo que el autor llama la corporatocracia estadounidense (la alianza entre la administración, la banca y las corporaciones). En apariencia se trataba de remediar la pobreza, pero en la práctica esas políticas alienaban a los países y acabaron conduciendo al 11-S y al aumento del odio contra los EE.UU.